Aunque permanecía a la espera de una muestra de empatía por su parte, ésta no se produjo. Demasiada exigencia para alguien tan egoista; tenía el valor o la cara dura que yo nunca hubiera logrado reunir para ejecutar aquel orquestado plan que durante tantos días le habían estado contando; consistía precisamente en hacer lo que él estaba ahora haciendo. Ni siquiera un 'tranquilo, ya lo solucionaremos' o un 'qué te parece si hablamos de todo esto'. Indiferencia absoluta disfrazada de abrumadora mezquindad. Todo desembocaba en una presión que conseguía hacerme sentir foráneo en mi propio hogar.
¿Hasta cuándo creía que íba a poder seguir abusando de mi paciencia?
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