paciencia

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Aunque permanecía a la espera de una muestra de empatía por su parte, ésta no se produjo. Demasiada exigencia para alguien tan egoista; tenía el valor o la cara dura que yo nunca hubiera logrado reunir para ejecutar aquel orquestado plan que durante tantos días le habían estado contando; consistía precisamente en hacer lo que él estaba ahora haciendo. Ni siquiera un 'tranquilo, ya lo solucionaremos' o un 'qué te parece si hablamos de todo esto'. Indiferencia absoluta disfrazada de abrumadora mezquindad. Todo desembocaba en una presión que conseguía hacerme sentir foráneo en mi propio hogar.

De hecho envidiaba su coraje, su sinvergüencería. Ni siquiera parecía sentirse incómodo en su ataque frontal. ¡Era yo quien se sentía incómodo, deshauciado! Además me equivocaba al cederle un márgen de respetabilidad, jamás existió intención alguna de entente por su parte, ¿entonces? Si la gente zafia se avergonzara de sus modales, dejarían de ser zafios. Por esa razón se permitía toda clase de indelicadezas, al tiempo que me culpaba a mí de su comportamiento. Esa clase de personas sólo se enteran de lo que les conviene enterarse. Serán siempre mala gente.

¿Hasta cuándo creía que íba a poder seguir abusando de mi paciencia?


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