berlin-tempelhof

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Hace algunos años, durante un aterrizaje, me llamó la atención que en el anuncio habitual difundido por el altavoz -"Acabamos de aterrizar sin novedad en Berlín-Tempelhof"- faltasen dos palabras. Según parece, de un día a otro habían suprimido, sin sustituirlas, las palabras "sin novedad". Por entonces me pregunté qué tipo de reflexión habría provocado semejante escamoteo. El departamento de publicidad de la empresa había probablemente estimado que las palabritas "sin novedad" provocaban un efecto secundario poco grato: afirmar que se ha aterrizado sin novedad evocaría, con excesiva facilidad, la idea de un aterrizaje difícil, evitado a duras penas. Era pues, más inteligente renunciar al autoelogio.


"El saltador del muro" (Peter Schneider)

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